Buenas y malas noticias sobre la crisis climática
Y algo sobre la 'Tecnoesfera' o el exoesqueleto humano
Gracias a Rebeca Miranda por su ayuda en la investigación y redacción de este substack.
En los próximos substacks iniciaremos con una buena y mala noticia sobre la crisis climática. Primero, las buenas noticias.
Recientemente la revista científica Nature publicó ‘The momentum of the solar energy transition’, un estudio que revela que la transición hacia energías solares podría estar más cerca de lo que pensamos. Concretamente, debido a las trayectorias tecnológicas puestas en marcha por las políticas del pasado, “es posible que se haya superado un punto de inflexión solar irreversible a escala mundial en el que la energía solar llegue a dominar gradualmente los mercados mundiales de la electricidad, sin necesidad de nuevas políticas climáticas”.
Ahora, la mala noticia. Poco servirá tener energías renovables si acabamos con la biodiversidad del planeta. En efecto, a raíz del estilo de vida que muchos gozamos, solo 4% de todos los mamíferos en la Tierra pueden considerarse libres, mientras que el resto de los animales mamíferos existen para la satisfacción de las ‘necesidades’ (y necedades) de los humanos.
Si hacemos un censo del planeta obtendremos, más concretamente, los siguientes resultados:
La suma de la biomasa en el planeta es: 550 gigatoneladas (GT). (Una gigatonelada es igual a mil millones (1,000,000,000) de toneladas.
La biomasa total se divide en:
Plantas: 450 GT
Bacterias: 70 GT
Hongos: 12 GT
Arqueas: 7 GT
Protistas: 4 GT
Animales: 2 GT
Víruses: 0.2 GT
Humanos: .06 GT
Fuente: Encyclopedia of the Environment
¿Porqué importa esto? En pocas palabras porque estamos “consumiendo la base biofísica de nuestra propia existencia,” como advierte el profesor William Rees:
‘Like any other ill-adapted parasite, MTI [modern techno-industrial] culture is systematically – even enthusiastically – consuming the biophysical basis of its own existence. There is clearly something fundamentally dysfunctional about the world’s dominant socio-economic system’.
La pérdida de biodiversidad (por ej. de insectos, hongos, bacterias y gusanos) puede detonar el colapso de los ecosistemas, lo cual pone en riesgo el suministro de alimentos y agua del cual dependemos.
Todo parece indicar, entonces, que la transición energética será solo una pieza del rompecabezas que tenemos que armar para mantener un planeta habitable. Otra de las grandes piezas será reducir la huella ecológica humana, lo cual se traduce a cambiar nuestros patrones de consumo.
Para darnos una idea de dichos patrones, vale la pena considerar el término creado por el geólogo ruso, Vladímir Vernadsky: la tecnoesfera.
En palabras de Jan Zalasiewicz et al.:
“Definimos la tecnosfera física como constituida por materiales tecnológicos dentro de los cuales puede distinguirse un componente humano, con una parte en uso activo y otra como residuo material”.
En breve, la tecnoesfera es el exoesqueleto humano: una gigante capa (o una especie de caparazón) que incluye caminos, edificios, maquinaria, fábricas y productos que nos ayudan a extraer recursos naturales, a generar energía, a proveernos de comida, de refugio y medios de comunicación.
La tecnoesfera pesa unas treinta billones de toneladas (30,000,000,000,000). Si dividimos esto entre el número de habitantes del planeta obtendremos que ¡cada persona carga consigo (en promedio) un exoesqueleto de 3,750 kg! Y este caparazón crece exponencialmente. De hecho, ‘la masa antropogénica, que se ha duplicado reciéntemente cada 20 años aproximadamente, pronto superará a toda la biomasa viva del planeta’. Esta tendencia es claramente insostenible.
Aquí más detalle sobre la tecnoesfera que crece sin cesar:
En términos generales, la influencia de los humanos sobre los materiales se extiende más allá de nuestro entorno, incluso más allá de nuestras ciudades, llegando a estar presente en los subsuelos, las fosas marinas, e incluso, en el espacio exterior.
En este sentido, la tecnoesfera es entendida como el conjunto de entidades y artefactos procesados, resultado del refinamiento de materias primas a nivel geológico, que componen nuestro habitat, que facilitan y se desprenden de nuestro modo de vida. Camiones, aviones, rutas de tránsito, rascacielos o excavadoras, todos ellos, componen la tecnoesfera.
En este sentido, no sorprende que las manifestaciones de la tecnoesfera sean visibles más allá del contexto urbano, sino que, naturalmente, se trasladen hacia otras áreas donde las actividades humanas se exteriorizan, entre ellas:
La tecnoesfera rural
La tecnoesfera rural se compone de la tierra cultivable, de los cultivos en sí mismos, de animales domésticos y la irrigación artificial que permite el funcionamiento de estas biomasas.
La tecnoesfera subterránea
Por su parte, la tecnoesfera subterránea se extiende en la capa subterránea de la Tierra a medida que las minas, pozos y construcciones subterráneas aumentan.
La tecnoesfera marina
Del mismo modo, la tecnoesfera marina consta de los basureros masivos de deshechos humanos, de operaciones mineras y de escombros de guerra, inlcuyendo naufragios y municiones.
La tecnoesfera aérea
Finalmente, la tecnoesfera aérea corresponde a todos los residuos atmosféricos que incluyen: dióxido de carbono, metano, clorofluorocarburos, óxido nitroso y otros gases de efecto invernadero producidos por actividades agriculturales e industriales.
En última instancia, el fenómeno de la tecnoesfera es un fenómeno global que se apropia de los recursos naturales de la Tierra para satisfacer las necesidades humanas a gran escala. Visto así, podríamos señalar a la tecnoesfera como un síntoma del Antropoceno, es decir, de una nueva era geológica en la que los hombres se imponen a los ecosistemas naturales y sus recursos.
Desde el punto de vista del profesor P. K. Haff, la tecnoesfera no necesariamente puede ser entendida como consecuencia de las actividades humanas, sino, más bien, de la falta de una cultura de reciclaje, la gestión de sus residuos y la obsolesencia programada. Al final, para Haff, todo se reduce a las necesidades de los humanos, pero también de la propia tecnoesfera, que como una nueva entidad quasi-viviente, demanda cada vez más recursos para su supervivencia.
Bibliografía
Femke J. M. M. Nijsse et al., “The Momentum of the Solar Energy Transition”, Nature Communications 14, núm. 1 (el 17 de octubre de 2023): 6542, https://doi.org/10.1038/s41467-023-41971-7.
Jan Zalasiewicz et al., “Scale and Diversity of the Physical Technosphere: A Geological Perspective”, The Anthropocene Review 4, núm. 1 (el 1 de abril de 2017): 9–22, https://doi.org/10.1177/2053019616677743.
P. K. Haff, “Technology as a Geological Phenomenon: Implications for Human Well-Being”, en Geological Society, London, Special Publications, vol. 395, 2014, 301–9, https://doi.org/10.1144/SP395.4.
Jan Zalasiewicz, “El Peso Insostenible de La Tecnosfera”, UNESCO, el 27 de marzo de 2018, https://es.unesco.org/courier/2018-2/peso-insostenible-tecnosfera.