En EEUU, el automovilista promedio recorre 62 kilometros diarios. Esto lo hacen 290 millones de coches en un país en el que hay más autos que personas adultas. 62 km diarios. En promedio.
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año mueren alrededor de 1.35 millones de personas en ‘accidentes’ automovilísticos—sobre todo se trata de personas, bicicletas y motociclistas atropellados.
El estado de Texas es quizá el ejemplo más notable del ‘paraíso pavimentado’ que se ha ido construyendo desde los años 50. Los conductores de dicho Estado generan 0.5% de todas las emisiones de CO2 del mundo o más que todo Nigeria (un país con 213 millones de personas). En su zona metropolitana hay 30 espacios para estacionarse para cada uno de sus 6 millones de residentes, lo cual equivale a 10 veces la ciudad de París en superficie.
La cultura del automóvil explica mucho.
Cargamos entre 1200 y 1500 kg con nosotros para llegar (por ej.) a nuestro trabajo (este es el peso promedio de los coches en EEUU; quienes usan camionetas cargan 2 toneladas en promedio).
Esto contribuye enormemente a la contaminación por gases invernadero:
Si las camionetas del mundo fueran un país, sería el séptimo país con mayores emisiones. (Andreas Malm, How to Blow up a Pipeline, p. 95)
Los coches nos dan la libertad de movernos y de viajar, claro esta. Pero también nos separan de otros ciudadanos quienes se vuleven rivales en las calles. En lugar de integrar a las sociedades, las separan.
Más coches significan menos áreas verdes. Menos casas y edificios para vivienda. Mayores distancias para llegar a cualquier lado—distancias que en transporte público se vuelven cada vez más costosas (en tiempo de ‘trabajo’ no remunerado).
Todo esto me lleva a la siguiente reflexión.
En los debates sobre la crisis ecológica es común la opinión según la cual el problema no es qué consumimos, sino qué producimos. Así, los verdaderos responsables del calentamiento global son los Estados (los únicos que pueden regular la producción, por ej., de camionetas contaminantes) así como las grandes empresas. Hay mucho de verdad en esta opinión, sin embargo esconde el peso que tienen también las decisiones individuales sobre cómo vivir y cuánto es suficiente.
En breve: cada persona (con recursos) puede decidir si quiere contribuir a la cultura de las grandes camionetas y la alienación del mundo compartido o la cultura de la sostenibilidad.
Fuentes:
https://newrepublic.com/article/171711/make-parking-impossible
https://www.who.int/publications/i/item/9789241565684