¿Cómo será el mundo en ca. 2045?
Sobre la novela cli-fi de Kim Stanley Robinson, 'El ministerio del futuro'
Esta obra presenta una visión a la vez aterradora y optimista sobre nuestro futuro—una visión que recientemente ha sido estudiada en las agencias de seguridad e inteligencia estadounidenses. Veamos porqué…
Robinson (Illinois, 1952) ha sido llamado “el más grande novelista político” de EEUU (The New Yorker). Autor de más de 20 libros traducidos a 24 idiomas, publicó El Ministerio del Futuro en 2020; un libro que llegó a la lista de favoritos de Barack Obama (favorite books of the year) y, más importante (para mí al menos), a una amplia audiencia de activistas y académicos dedicados a entender la crisis ecológica en la que estamos metidos.
Primero, lo aterrador: la novela comienza con la muerte de 20 millones de personas por una onda de calor en la India. Esto ocurrirá (con gran probabilidad) en el futuro cercano.
¿Porqué aventurar semejantes profecías? Los cuerpos humanos no pueden sobrevivir una combinación excesiva de calor y humedad—lo que se conoce como “wet-bulb temperatures” ('bola húmeda’ o ‘bulbo húmedo’) a partir de cierto umbral. Sin entrar en detalles sobre cómo se miden dichas temperaturas (toma un termómetro, envuélvelo en un calcetín húmedo y gíralo como licuadora…), sabemos que a 35 grados (wet-bulb temp.) ninguna persona puede sobrevivir incluso en reposo y en la sombra (el sudor no basta para disipar el calor, lo cual lleva a hipertermia y muerte).
Desde 1990 se han reportado temperaturas de 34 grados, en una ocasión en Chicago. Dado que (como todos sabemos) la temperatura promedio del planeta está creciendo sin un fin previsible es evidente que habrán múltiples olas de calor en las que se llegará a 35 o más grados wetbulb.
Si esto ocurre, a la vez que (por alguna razón) fallan otros sistemas como el eléctrico—y con ello los aires acondicionados—las personas que se encuentren en areas densamente pobladas sin ríos o mares donde refugiarse muy probablemente morirán.
El Ministerio del Futuro es la agencia que se establece en 2024 en Suiza para evitar que esto ocurra y, más específicamente, para velar por los intereses de las generaciones futuras que heredarán un planeta cada vez menos habitable.
¿Qué otras cosas pasarán en el futuro cercano según Robinson?
En el verano de 2032 se derretirá por completo la cubierta de hielo del oceano ártico por primera vez. La penetración directa de la luz solar en el mar hará que éste se caliente más de lo normal, haciendo que la capa de hielo que se forma en invierno sea menos gruesa, lo cual hace más probable que vuelva a desaparecer en el verano . . . y así sucesivamente en círculos de retroalimentación que preocupan a muchos científicos.
Uno de los escenarios más preocupantes es que una ‘cascada’ de círculos de retroalimentación eleve las temperaturas a tal grado que se derritan las capas de permafrost que encontramos en Alaska, Siberia, Canada y otras regiones. Si esto ocurre—aunque muy pocos lo consideran probable en este siglo—la descarga de gas metano que generaría (metano que hoy contiene el permafrost) llevaría a temperaturas promedio globales entre 5 y 6 grados más altas: un mundo completamente sin hielo con niveles del mar 110 metros arriba de los niveles actuales (Robinson, p. 147). Esto haría que enormes zonas de la tierra se vuelvan inhabitables.
Otro escenario que enfrentaremos, según Robinson, es un declive precipitado de las poblaciones de insectos que mantienen a muchos de los ecosistemas del planeta (sin abejas, por ejemplo, no hay polinización (p. 250)).
Todas las playas que conocemos desaparecerán—con tan solo 1 metro de crecimiento en el nivel del mar (p. 264). Lo mismo, por supuesto, ocurrirá con los puertos y su infraestructura. El nivel del mar ha crecido entre 21 y 24 centímetros desde 1880. ¿Cuánto falta para llegar a un metro más? Depende de lo que hagamos (o no) en los próximos años. Basta quizá decir que solo el deshielamiento de Groenlandia subiría el nivel 7 metros (p. 264). ¡Qué bueno que Trump no logró comprar tan preciada isla de hielo!
Todo esto podría (en principio) revertirse si logramos reducir la concentración de gases invernadero a un nivel igual o menor a 350 partes por millón. Sin embargo, hay dos cosas irreversibles: la extinción de especies y la acidificación y calentamiento de los oceanos (p. 484). Nuestros hijos y nietos (y sus hijos y nietos) o nuestros sobrinos (y sus hijos y nietos, etc) no podrán hacer nada para revertir esta tendencia, al menos según Robinson. (Son procesos que heredamos de más de un siglo de emisiones que han sido absorbidas por los océanos—no parece haber ninguna tecnología concebible que enfríe y restaure la composición química que hace posible la vida en los mares.)
¿Suficientes malas noticias? Solo una más: El calentamiento de los oceanos harán que los niveles de ácidos omega-3 en los peces caigan hasta 60%. Dado que dichos ácidos son cruciales para que se transmitan señales en el cerebro es posible que nuestra inteligencia colectiva ya este en declive. “Lo cual explicaría mucho” (p. 459).
En otro substack veremos el lado optimista y esperanzador de la gran novela de Kim Stanley Robinson.
¡Gracias por leernos!