'La revuelta contra la humanidad' #1
Acerca de un tono apocalíptico que recientemente se alza en la sociedad
Mariana está en la edad del ‘porqué’. Todo quiere entender. ¿Por qué es de noche? Isa le explicó que la Tierra gira alrededor del sol y así se hace de noche y de día… para explicarle, lo ilustró con unas pelotitas. Ahora Marianita lo repite, así, de la nada: ‘la Tierra gira al rededor del sol’. Además de sonreir muy orgulloso, quise agregar que hay estaciones porque la Tierra también tiene una inclinación sobre su eje (de 23 grados). Sin embargo, ahora resulta que ese eje se movió. Lo cual me lleva a mi tema.
Leí hoy en el New York Times que factores como nuestro consumo de agua (notablemente para la agricultura) y el deshielo de glaciares han logrado literalmente mover a nuestro planeta.
Fuente: NYT
Este es un ejemplo más del Antropoceno—la era geológica en la que los seres humanos nos convertimos en una fuerza comparable a volcanes, terremotos o meteoritos1. Como lo describe el biólogo de la Universidad de Maryland, Erle C. Ellis, el Antropoceno nombra una era en la que:
“Human systems have become as integral and defining a component of this planet’s processes as are biological, atmospheric, hydrologic, and geologic systems”.2
Para quienes nos movemos en las ciencias sociales y la filosofía quizá lo más interesante de todo esto es cómo la nueva era podría transformar radicalmente nuestra visión de la vida y la muerte—tan radicalmente como lo hizo un día el Cristianismo o el Comunismo.
Al respecto, vale mucho la pena leer el libro reciente de Adam Kirsch, The Revolt Against Humanity: Imagining a Future Without Us (Columbia, 2023).
Kirsch se enfoca en dos movimientos que expresan, en diferentes maneras, el shock que han representado las transformaciones tecnológicas y ecológicas de los útlimos 20 años: el antihumanismo y el transhumanismo. De los dos, resultará más conocido este último, representado por personajes como Elon Musk, Ray Kurzweil, Peter Thiel, Larry Page y Sergey Brin—hombres (típicamente hombres) que apuestan a un futuro en el que todos podamos vivir 170 años, siendo capaces, además, de pensar de forma más rápida y profunda que Albert Einstein.
Los antihumanistas, por su parte, preferirían—alguno de ellos, al menos—básicamente no haber nacido o que la humanidad se extinga lo más pronto posible. Otros, más interesantes y menos minsántropos (para mi gusto), simplemente tratan de ubicar al ser humano como una forma de vida más en la larga cadena evolutiva: una forma de vida que cohabita el planeta con otros seres en relaciones de mutua dependencia.
Antes de hablar más sobre estos movimientos hay que notar nuevamente la importancia que les da Kirsch—uno de los críticos literarios más reconocidos actualmente:
“The revolt against humanity is a real and significant phenomenon even if it is ‘just’ an idea, and its predictions of a future without us never come true. After all, disappointed prophecies have been responsible for some of the most important movements in history, from Christianity to Communism. … It is a spiritual development of the first order, a new way of making sense of the nature and purpose of human existence.”
Como vemos en la cita anterior, los antihumanistas y los posthumanistas comparten la convicción de que la era en la que los humanos dominan la Tierra acabará en un futuro no muy lejano. Esto, además, no es algo malo.
“From Silicon Valley boardrooms to rural communes to academic philosophy departments, a seemingly inconceivable idea is being seriously discussed: that the end of humanity’s reign on Earth is imminent, and that we should welcome it.”
Antes de seguir, debo decir que yo no (siempre) comulgo con las ideas de estos grupos, aunque creo que vale la pena conocerlos y tomar muy en serio la crisis ecológica a la que, en parte, responden. Siguiendo a Kirsch, me parece que la revuelta contra la humanidad “tiene el potencial para transformar la política y la sociedad en maneras profundas”.
¿Qué propone, entonces, cada uno de estos grupos: anti- y trans-humanistas? Algunos antihumanistas, como Paul Kingsnorth—fundador del Dark Mountain Project3— proponen que la humanidad es una fuerza destructiva y “sólo el colapso de la civilización tecnológica moderna puede prevenir el desastre” (only the collapse of modern technological civilization can avert disaster).4
Fuente: NYT
Se nos acaba el tiempo y hay que pasar a otras cosas, así que seguiremos en otro substack… Gracias si llegaste hasta acá; espero que más que deprimirnos este tipo de reflexiones contribuyan a la búsqueda de una mejor civilización para nosotros, para las generaciones futuras y para todos los seres.
Kirsch considera que el Antrpoceno ha sido un desastre tanto para los animales (como los pollos que comemos) como para el espíritu humano: “In the Anthropocene, nature becomes a reflection of humanity for the first time. The effect is catastrophic, not only in practical terms, but spiritually. Nature has long filled for secular humanity one of the roles once played by God, as a source of radical otherness that can humble us and lift us out of ourselves”. Para los grandes científicos del pasado, como Darwin, la naturaleza era sublime y algo que nos eleva, atrae y a la vez espanta. Hoy la naturaleza evoca lástima o compasión (pity). “In the Anthropocene, we understand oceans, forests, and glaciers as being endangered by us, not the other way around.” Uno de los símbolos de nuestra era es la gran mancha de basura en el pacífico que mide 3 veces el tamaño de Francia. Con el Antropoceno se pierde lentamente la capacidad de “tomar distancia del mundo humano, el sentido de permanencia, incluso de eternidad” (Bill McKibben en Kirsch, The Revolt Against Humanity). Hemos matado a la naturaleza, sugiere Kirsch, de la misma forma que dimos muerte a Dios, según Nietzche. Para ser dignos de un hecho de semejante magnitud, Nietzsche postulaba la necesidad de volvernos ‘sobrehumanos’. El Antropoceno impone un reto semejante: “the killing of nature demands the creation of the posthuman—a new being equal to the task of ruling a denaturalized world”.
Ellis, Erle C., and Peter K. Haff. “Earth Science in the Anthropocene: New Epoch, New Paradigm, New Responsibilities.” Eos, Transactions American Geophysical Union 90, no. 49 (2009): 473–473. https://doi.org/10.1029/2009EO490006.
“Kingsnorth’s Dark Mountain movement takes its name from Jeffers’s poem ‘Rearmament,’ written in 1935 as World War II approached. For the poet, ‘these grand and fatal movements toward death’ looked like condign punishment:
The beauty of modern
Man is not in the persons but in the
Disastrous rhythm, the heavy and mobile masses, the dance of the
Dream-led masses down the dark mountain”.
Kirsch, The Revolt
Aquí concuerda con el famoso unabomber, Ted Kaczynski. Sin embargo, para lograr el colapso de la civilización Kingsnorth no propone usar violencia sino simplemente retirarse de las ciudades y los pueblos y vivir en el campo.