Las olas de calor que estamos sufriendo en México nos hacen preguntarnos si pueden atribuirse a alguna causa en específico.
Bastará con juntar algunos datos que encontramos en la prensa (informada) y la literatura académica:
Si bien no siempre se puede establecer una relación causal entre cambio climático y un fenómeno particular (como la onda de calor que vivimos), sí podemos decir que todo lo que ocurre climáticamente es ya parte de un nuevo (des)orden. Como señala David Wallace-Wells: no vivimos una ‘nueva normalidad’; vivimos el fin de la normalidad. A partir de los años 90 (más o menos) vemos un incremento constante de la temperatura promedio global; así, quien nació a partir de esa década vivirá en un mundo cada vez más caliente. ¿Qué tanto? Depende—crucialmente—de las acciones que tomemos en los próximos años:
Fuente: FT
Aquí podemos ver qué tan probable es que olas de calor recientes estén vinculadas al cambio climático. No hay información todavía sobre la que vivimos en México. Pero leemos, por ejemplo, que “el calor extremo de abril en España, Portugal, Marruecos y Argelia es casi imposible sin cambio climático”. Similarmente, el climatólogo Michael E. Mann sugiere que la ola (o ‘domo’) de calor actual se debe a una combinación de El Niño con cambio climático.
Mann señala también que lo que estamos viendo este año lo deja sin palabras:
La pregunta regresa entonces a las causas del cambio climático. Sobre esto podemos encontrar todo tipo de respuestas informadas. Alguien podría decir: dejémosle estas preguntas a los expertos y mejor pongámonos a trabajar. Es una respuesta válida para muchos, pero corremos el riesgo de perpetuar así la ignorancia financiada durante décadas por las grandes empresas petroleras como Exxon.1 Dejar que las cosas sigan su curso (‘business as usual’) es una opción para quienes se pueden proteger del clima extremo—pero no lo es, por ejemplo, para las casi 100 personas que acaban de morir de calor en la India.
Estas son 3 respuestas que he encontrado recientemente a la pregunta: ¿cómo llegamos a este punto?
El académico y activista sueco Andreas Malm insiste que la respuesta es simple: llegamos a donde estamos por un cierto tipo de sociedad basada en la extracción de combustibles fósiles que existe desde el siglo XIX. La principal causa del cambio climático es la industria de los combustibles fósiles.2 El ‘honor’ de haber transformado el clima del planeta irreversiblemente se lo debemos a:
“those humans who extract, buy, sell and combust fossil fuels, and to those who uphold this circuit, and to those who have committed these acts over the past two centuries…” Andreas Malm, The Progress of This Storm, 2020, p. 112.3
El científico británico James Lovelock (1919-2022) tiene una visión aún más sombría: el principal problema es que somos demasiados. 8 mil millones de personas, con nuestras mascotas y los animales que comemos, casi tan solo por respirar, ya emitimos más de 23% de los gases de efecto invernadero4. Si añadimos los combustibles que usamos para producir lo que comemos llegamos a aprox. 50% de las emisiones:
“did you know that the exhalations of breath and other gaseous emissions by the nearly 7 billion people on Earth, their pets, and their livestock are responsible for 23 percent of all greenhouse gas emissions? If you add on the fossil fuel burnt in the total activity of growing, gathering, selling, and serving food, all of this adds up to about half of all carbon dioxide emissions.” The Vanishing Face of Gaia, 2009, p. 74
La tercer respuesta la da el historiador Adam Tooze, quien entiendo que está escribiendo una historia del cambio climático. En contraste con las dos primeras respuestas que nos dejan sin muchas opciones (¿dejar de usar combustibles fósiles…hoy, hoy, hoy? ¿esperar a que seamos menos en el planeta?), la que ofrece Tooze abre la puerta a políticas públicas concretas. El cambio climático para él no es un mega problema de acción colectiva global, sino un ‘triple’ problema de desigualdad5:
The reality of the "global climate problem" is, in fact, defined by a triple inequality.
Casi la mitad de las emisiones se originan en las personas que estamos en el 10% de la población global con mayores ingresos (800 millones de personas). Y 17 % de las emisiones se deben al 1% más rico (80 millones de personas que tienen un ‘valor neto’ [net worth] de aprox. 1 millón de dólares o más)6.
Fuente: Climate Inequality Report
Alrededor del mundo encontramos un patrón similar: el despegue económico hecho posible por la globalización desde los años 90 ha coincidido con mayores emisiones, sobre todo de los sectores más ricos:
Los autores de estos reportes sugieren que es necesario aplicar impuestos (relativamente bajos, entre 1 y 3%) a la riqueza global (a partir de $100 millones de dólares) con lo que se podría financiar adaptación y transición energética7.
Tooze no parece creer que esto sea factible, pero al menos nos da otra perspectiva de las fuentes del problema.
Recomiendo mucho su substack para consultar lo que tiene que decir sobre las otras 2 desigualdades que definen el problema actual.
¡Gracias por leernos!
En 2013 grupos de multimillonarios dedicaron casi mil millones de dólares a luchar en contra de quienes buscan mitigar el cambio climático.
Desde 2014 (al menos) sabemos que 90 empresas han sido responsables de 63% de todas las emisiones de carbono y metano desde la revolución industrial (1854-2010). De estas empresas, 31 son propiedad estatal (predominantemente) y 9 son completamente operadas por estados. Se encuentran en 43 países y extraen recursos que practicamente todas las personas en todos los países usamos. Dale Jamieson, “Responsibility and Climate Change,” 2015. http://publikationen.ub.uni-frankfurt.de/frontdoor/index/index/docId/40545., . p. .41 Ver Heede, Richard. “Tracing Anthropogenic Carbon Dioxide and Methane Emissions to Fossil Fuel and Cement Producers, 1854–2010.” Climatic Change 122, no. 1 (January 1, 2014): 229–41. Frumhoff, Peter C., Richard Heede, and Naomi Oreskes. “The Climate Responsibilities of Industrial Carbon Producers.” Climatic Change 132, no. 2 (September 1, 2015): 157–71. https://doi.org/10.1007/s10584-015-1472-5.
Malm añadiría la dimensión de ‘lenta violencia’ (slow violence) que caracteriza al sistema capitalista desde la Revolución Industrial. Engels hablaba de ‘asesinato social’ (social murder) tomando prestado un término que usaban las clases trabajadoras. Al respecto comentan Clark y Szerszynski (en Planetary Social Thought), “Neither ‘gobalization’ nor ‘Great Acceleration’ comes anywhere close to evoking the movement that takes us from the crippling diseases of poverty, overwork and poisoned landscapes documented by Engels to the ‘long dyings—the staggered and staggeringly discounted casualties, both human and ecological’ that [Rob] Nixon diagnoses across the contemporary world” (p. 40).
El hecho de que seamos tantos se debe en parte, sin duda, al capitalismo que culpa Malm, pero también al progreso técnico y científico (alimentado por combustibles fósiles) que vivimos aceleradamente desde los años 50. Dipesh Chakrabarty nota al respecto: “I am not convinced that the population question can be reduced to something like ‘the logic of capital’ alone, especially when population growth since 1950 has taken place principally in poorer or less capitalist countries such as India and China—and now in Africa…” The Crises of Civilization. Exploring Global and Planetary Histories. Oxford University Press, 2019.
El énfasis en la desigualdad surge (sobre todo) en 1991 con la publicación de Global Warming in an Unequal World: A Case of Environmental Colonialism, de Anil Agarwal y Sinita Narain. Sobre esto y otras posturas marxistas (alineadas con Andreas Malm), se puede consultar Dipesh Chakrabarty, The Climate of History in a Planetary Age, 2021.
Otros datos relevantes: sólo 1% de la población mundial es responsable de la mitad de las emisiones de la industria de aviación para pasajeros. (Gossling, S., Humpe, A., 2020. The global scale, distribution and growth of aviation: implications for climate change. Global Environ. Change 65, 102194.) El 0.01% de los más ricos mundialmente (770 mil personas) emiten casi 4% de los gases de efecto invernadero. Eso es más que todo Alemania y Japón juntos. Las emisiones de este grupo también han crecido exponencialmente: de 1990 a 2019, en 81% para el .01% más rico (per cápita subieron globalmente en 7% en el mismo período). https://www.blaetter.de/ausgabe/2023/april/zerstoererischer-reichtum
Martin Wolf escribe al respecto: “Over the past 270 years, Europe and North America have contributed more than 70 per cent of the stock of anthropogenic greenhouse gases. This has also exhausted almost all of the planet’s carbon budget. But today emerging and developing countries generate some 63 per cent of emissions, a share that is bound to grow. It follows that there must not only be huge cuts in emissions, but a huge part of those cuts, particularly relative to trend, must be made by emerging and developing countries. To achieve this, investment in the green transition in these countries (other than China) needs to reach some $2.4tn a year (6.5 per cent of gross domestic product) by 2030.”