¿Qué (no) ha hecho México para combatir el cambio climático?
# ¿Qué esperar de este nuevo gobierno?
‘Today’s young will witness one of history’s greatest struggles that will result in either one of humanity’s most glorious triumphs— a successful Energy Revolution eliminating fossil fuels and their carbon emissions—or one of humanity’s most dismal failures, the triumph of the entrenched carbon energy regime, the leaders of which are resisting the needed transition with stealth, trickery, and lies, and the consequent coming of yet more dangerous climate change.’ Henry Shue
Recientemente, la presidenta electa Claudia Sheinbaum mencionó que México contribuye menos del 2% de las emisiones de gases de efecto invernadero globales cada año. El contexto era el debate en el que se enfrentaba a Xóchitl Gálvez, quien proponía una política más ambiciosa con respecto a la crisis climática (por ejemplo, convertir a Pemex en Emex, una empresa dedicada a energías, incluyendo la geotérmica para la cual hay un enorme potencial en México).
Como es bien sabido, Sheinbaum ha portado (al menos) dos cachuchas: la de política de izquierda y la de científica de fama mundial. Nadie sabe cuál de las dos portará en su presidencia. Incluso si decidiera formular sus políticas con evidencia científica, no hay ninguna garantía de que semejante decisión sería la óptima. Basta recordar que Barack Obama nombró por primera vez Secretario de Energía a un Premio Nobel en física, Steven Chu, sin mucho éxito—más allá de rescatar a Tesla con un crédito de $465 millones de dólares e impulsar algunas nuevas plantas nucleares. (Ángela Merkel, otra científica, tampoco revolucionó el sector energético alemán…)
Sin embargo, es importante—realmente vital—analizar con cuidado la situación de México en este momento, cuando quedan justo 6 años para que, según el consenso científico mundial, logremos reducir las emisiones de gases invernadero en 25% y así limitar el calentamiento del planeta a menos de 2 grados sobre temperaturas preindustriales.1 Dicho brevemente y exagerando solo un poco: en los próximos años se decide una eternidad.
¿Cuál es, entonces, la situación actual de México con respecto a la crisis climática? Algunas anotaciones tendrán que bastar para aproximarnos a esta enorme pregunta.
México es responsable del 1.28% de las emisiones globales (anuales) de CO2:
Fuente: climate watch data
Esto no parece ser mucho si lo comparamos con otros países del mundo, pero aún así somos el país número 14 en emisiones con aprox. 609 millones de toneladas de CO2 al año o 2.9 toneladas de CO2 por persona. (Para darte una idea, manejar un coche impulsado por gasolina durante un año equivale a 4.6 toneladas de CO2; un viaje en avión de Nueva York a Londres de ida y vuelta equivale a aprox. 1.7 toneladas de CO2…).
Fuente: FT
En términos globales, los países que más emiten hoy son China, EEUU, India, Rusia e Indonesia:
Fuente: FT
Sin embargo, para seguir con el caso mexicano, históricamente México ha sido una fuente importante de emisiones:
Esta imagen muestra las emisiones históricas en proporción al tamaño del país en el mapa (resaltan EEUU, Reino Unido y Alemania, México está en el lugar 14):
Fuente: carbonmap
En términos de vulnerabilidad, México es un país que enfrenta enormes retos por sus costas (aunque, por mucho, la región más vulnerable está alrededor de los Himalayas donde viven unas 3 mil millones de personas; el deshielo del llamado ‘tercer polo’ generará migraciones masivas):
Fuente: carbonmap
Dado este panorama, podemos preguntarnos: ¿qué ha hecho México y qué puede hacer en los próximos años? Y, ¿porqué importa?
Para comenzar con esta última pregunta, alguien podría decir que lo que hagamos en un país con menos del 2% de las emisiones es irrelevante. Pero hay que notar que aprox. 36% de las emisiones mundiales vienen de países que contribuyen menos de 2%. Si, por ej., Alemania (con aprox. 1.4% de emisiones globales) decide no reducir sus emisiones en los próximos 6 años y otros países similares lo siguen (Canadá, Reino Unido, Francia…todos con menos de 2% de emisiones), entonces será extremadamente difícil llegar a la meta de 2030 mencionada arriba. Entonces, lo que haga México importa. Y mucho.
Consideremos algunos hitos de la acción climática de México en los últimos años:
Desde el 2008, el Congreso decretó la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y el Financiamiento de la Transición Energética, con la cual el gobierno federal inauguró el rumbo hacia la transición energética del país con energías renovables y limpias.
A partir de dicha ley, se asignó un Fondo para la Transición Energética y el Aprovechamiento Sustentable de la Energía (FOTEASE). Cada año, se destinan millones de pesos a ese fondo para desarrollar proyectos de energía sustentable.
En 2012, el gobierno aprobó la Ley General de Cambio Climático que, entre otras cosas, afirma como un derecho el acceso a un medio ambiente sano. Así, se reconoce la necesidad de regulación en cuestión de mitigación y adaptación al cambio climático.
En 2014, el Congreso decretó la Ley de la Industria Eléctrica y la Ley de Energía Geotérmica, como complemento a las iniciativas anteriores de reforma energética.
En 2015, se aprobó la Ley de Transición Energética para solidificar las bases legales con las que México llevaría a cabo la transición, en el largo plazo, hacia un modelo de generación y consumo eléctrico sustentable.
Bueno, pero, y todo esto, ¿en qué ha servido?
A pesar de las iniciativas de parte del gobierno, en 2023, la mayor parte de la capacidad instalada para producir energía eléctrica en México consiste en tecnología no limpia y no renovable. Únicamente el 32.1% de la capacidad instalada funciona con procesos renovables y 36.5% produce energía “limpia”.
Fuente: CENACE
Estos datos son todavía más desproporcionados cuando vemos la generación de electricidad, y no la “capacidad instalada”, pues una cosa es la infraestructura que se tiene para producir y otra cosa es cuánto realmente se generó. En 2023, el 76% (más de tres cuartos) de electricidad generada provino de fuentes no limpias y no renovables.
Fuente: CENACE.
Aun así, sí ha habido mejoras en la cantidad de infraestructura instalada para producir energía desde fuentes renovables. Pero, ¡siguen ganando los combustibles fósiles!
Fuente: CONAHCYT.
De 2013 para acá, se puede ver que la energía que viene del sol ha aumentado considerablemente tanto en la capacidad instalada como en la generación de electricidad. Otro reconocimiento especial se lo lleva la energía eólica (del viento), que aumentó un 17.6% en su infraestructura y 16,956 GWh en su producción.
Sin embargo, es claro que no vamos muy bien. La dependencia en combustibles fósiles continúa en crecimiento, y al mismo tiempo, estamos padeciendo del enorme encarecimiento de la energía. De hecho, el costo de la electricidad ha subido tanto que, en las regiones fronterizas, las empresas han optado por transferirse a EE.UU.
Hasta ahora, los logros en la transición energética han venido principalmente del sector privado. Esto representa un área de oportunidad para México, pues hace falta una mejor comunicación entre el gobierno, las empresa privadas y la ciudadanía para cumplir con los objetivos planteados. Además, el nuevo gobierno podría aprovechar mejor los instrumentos creados —como el FOTEASE (Fondo para la Transición Energética y el Aprovechamiento Sustentable de la Energía)— para la asignación del presupuesto a proyectos de energía renovable.
La tarea que nos tocó enfrentar a los que estamos en la Tierra en estos años cruciales es gigante. Como han señalado algunos de los científicos más importantes en años recientes, lo que hagamos en esta generación determinará el futuro del planeta por miles de años. Y aunque nunca ha habido realmente una transición energética (las sociedades han suplementado en vez de remplazar fuentes de energía), esta vez todo podría ser diferente: la energía del viento y del sol se renuevan constantemente y (prácticamente) no generan emisiones. Hemos luchado innumerables guerras por combustibles fósiles, cuyas emisiones además causan millones de muertes al año. Con solo 46,000 km2 de páneles solares—la superficie del estado de Quintana Roo aprox.—podríamos operar todos los teléfonos, refrigeradores y fábricas del mundo. Tenemos que ver hacia arriba y pensar en grande.
¡Muchas gracias a Montserrat Álvarez por su colaboración en esta entrega! Como siempre, si consideras importante esta información por favor ayúdanos a compartirla:
Según el reporte del IPCC SR 1.5: “In model pathways with no or limited overshoot of 1.5°C, global net anthropogenic CO2 emissions decline by about 45% from 2010 levels by 2030 (40–60% interquartile range), reaching net zero around 2050 (2045–2055 interquartile range). For limiting global warming to below 2°C CO2 emissions are projected to decline by about 25% by 2030 in most pathways (10–30% interquartile range) and reach net zero around 2070 (2065–2080 interquartile range). Non-CO2 emissions in pathways that limit global warming to 1.5°C show deep reductions that are similar to those in pathways limiting warming to 2°C. (high confidence) (Figure SPM.3a) {2.1, 2.3, Table 2.4}”. https://doi.org/10.1017/9781009157940.001.