Uno de los grandes retos al enfrentar la crisis climática es movernos entre la ira y el optimismo. Simplemente vivir horrorizados nos paralizará. Por ello, es necesario inyectar una dosis de emoción sobre lo que se puede lograr. Rebecca Solnit, veterana activista sobre el cambio climático, nota en este sentido que:
“Hemos ganado la batalla más grande para el movimiento climático: hacer que la gente haya despertado a la gravedad del problema y quiera ver cambios”.
En efecto, según la mayor encuesta sobre cambio climático realizada globalmente—la People’s Climate Vote (2024), la cual representa al 87% de la población mundial—la mayoría de las personas (56%) reporta preocupación por el cambio climático al grado de pensar en el tema diario o semanalmente. (Por cierto, México y Turquía son de los países en los que más está creciendo la preocupación, con 77% de las personas reportando un incremento en la misma.) En un dato esperanzador, “72% de las personas [en el mundo] quiere una trasición rápida para dejar los combustibles fósiles y adoptar fuentes de energía renovables”. (La mala: solo 53% responden de la misma forma en EEUU; 15% en Rusia.)
En este substack, mencionaremos tres ejemplos concretos de situaciones alarmantes que, sin embargo, están encontrando posibles soluciones.
Contaminación por plásticos: datos alarmantes y razones para tener esperanza
5 minutos: el tiempo de utilidad de un vaso desechable de plástico que tarda 75 años en degradarse.
Menos de 10%: la cantidad de residuos de plástico que se reciclan con éxito a nivel mundial. (El resto termina en la naturaleza y daña nuestra salud.)
0.5%: el peso del cerebro humano compuesto por plástico. (Nos estamos hibridizando con nuestras botellas.)
10,898 metros bajo el mar: la bolsa de plástico más profunda encontrada el 20 de mayo de 1998 en la Fosa de las Marianas.
Tres veces el tamaño de España: la superficie estimada de la Gran mancha de basura en el Pacífico, que contiene aprox. 1.8 trillones de pedazos de plástico (correspondiente a más de 200 pedazos por cada persona en la Tierra)
Nuestro consumo de plástico parece ser imparable:
Las bolsas de plástico son un problema especialmente grave, dado que se estima un consumo global de 500.000 millones de bolsas al año. Con esto, están asociadas emisiones de gases de efecto invernadero tanto en la producción del petróleo (con el que se fabrican las bolsas), la energía requerida para producir el plástico y las emisiones cuando los plásticos se incineran.
La producción global de plástico se ha cuadruplicado en las últimas cuatro décadas; si esto sigue así, las emisiones asociadas a los plásticos representarán entre el 21 y el 26% del presupuesto global de carbono para el 2050.1
Tristemente, las grandes petroleras, como ExxonMobil—“uno de los productores más grandes de plástico”—no solamente quieren que continúe esta tendencia, sino que quieren acelerarla. Así, una representante de Exxon sostenía recientemente que “The issue is pollution. The issue is not plastic”. Sin embargo, cada incremento de 1% en producción de plástico resulta en un incremento de aprox. 1% en contaminación.
Es decir: plástico que compres, plástico que (muy probablemente) terminará contaminando algún lugar como el mar.
Sin embargo, hay un movimiento global para eliminar los plásticos de un solo uso, e incluso, en países como Francia, para eliminar todos los empaques de plástico, así como los juguetes de comida rápida (según la ley vigente en Francia, para el año 2040 no se podrán utilizar plásticos de un solo uso). Una norma cultural se está desarrollando.
Esta nueva tendencia ha culminado ya en la creación de un acuerdo internacional para reducir la producción de plástico. Y, si bien la industria de los petroquímicos se ha opuesto a este acuerdo junto conEstados Unidos (oh sopresa), una buena noticia es que finalmente Estados Unidos ha accedido a participar en el acuerdo. En un giro inesperado, el gobierno del país norteamericano ha decidido ignorar los cabildeos de la industria petroquímica y unirse al grupo de naciones que se compromete a mitigar la producción del plástico.
Otra buena noticia: las inversiones en combustibles fósiles están empezando a bajar…
Si bien nuestros sistemas económicos continúan siendo ampliamente dependientes del petróleo, el gas natural y el carbón, la inversión pública dedicada a los combustibles fósiles se ha reducido en dos terceras partes durante los últimos 3 años dentro de un grupo de 40 países y algunas instituciones financieras. En 2021, estos países crearon un Clean Energy Transition Partnership (CETP), mediante el cual se comprometieron a reducir sus inversiones nacionales y extranjeras relacionadas con los combustibles fósiles. Pero, no cantemos victoria. Estas reducciones no corresponden a un aumento proporcional en energía limpia. El monto dedicado a las fuentes de energía limpia por estos mismos países únicamente incrementó en un 16%.
Y el crecimiento de la energía solar sigue superando las expectativas…
Lo cual significa que ‘inminentemente’ llegaremos al pico de emisiones de CO2…
Con todo, siempre hay razones para alimentar la esperanza. Pese a los desafíos climáticos que estamos condenados a enfrentar, es interesante que siempre, siempre encontramos muestras de iniciativa individual y colectiva (incluso en países como Estados Unidos) para combatir el cambio climático. Un pesimismo excesivo nos puede nublar la vista ante las pequeñas mejoras que hemos hecho. Como dice Rebecca Solnit, la gente ha despertado.
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Es decir, el presupuesto que tenemos para mantener el aumento de la temperatura promedio del planeta en menos de 1.5 grados sobre la era preindustrial.